Sunday, November 10, 2013

La política y yo



Por Gonzalo A. Luengo O.

(1) La vida de cualquiera debería tener bases. (2) Luego siguen las actividades que cada uno tiene y que se sientan sobra esas convicciones y valores. (3) Después de esas actividades principales (trabajo, profesión de cada uno), pueden venir actuaciones o «pasiones» que nos ocuparán más de nuestro tiempo y recursos (como por ejemplo, participar de la política) y más tarde (4) podríamos tener algún pasatiempo. Eso, creo, nos forma socialmente como individuos que a partir de eso, se integran a la sociedad, reconociéndose y siendo sinceros con sí mismos, enfrentando cuando hasta la propia familia te diga «no»: finalmente, cada uno construye su vida de acuerdo a sus bases y con su propio criterio. Nacer libres para poder seguir este camino, es la esencia de una democracia en que se nos respete, en que no cortemos relaciones sólo por las decisiones que cada uno toma, sino viendo los valores detrás. ¡Volver a lo básico, a la base!

Éste es un texto personal, un testimonio de alguien como yo, que no está involucrado en la política, con lo que pienso al respecto y mi posición. De acuerdo al párrafo anterior, mi vida no incluye la política. Tengo mis valores y convicciones. (1) Soy conservador de lo que he tomado de ejemplo de Jesús, casi como personaje histórico y revolucionario, más que como figura principal de una u otra iglesia, a lo que sumo mi visión de abrazar y valorar la historia y las raíces de mi propia existencia y la de otros e instituciones (como la Iglesia), teniendo una visión con fuerte toque tradicionalista, pero muy enfocada en lo humano. Soy humanista de letras, no pienso con números ni en cantidades, pienso con palabras, oraciones, etc. La razón es lo mejor, detesto lo práctico, rápido y fácil. Eso es lo principal. Esa es mi base. (2) En segundo lugar, tengo un trabajo: soy profesor de inglés. Gran parte de mi tiempo se me va en eso. (3) Y ahora, en el «tercer estado» de mi ser, como puedo llamar, podría caber la política. Hay muchos profesores, más de lo que creo, por supuesto, que están involucrados en la política. Ese es su ambiente y ahí se la tienen que jugar por uno y otro bando. Es un tema de diplomacia, protocolo, educación, saber responder notoriamente y como hombres y mujeres grandes a nuestra elección política. Se ve feo y vacío alguien que no apunte a nada. Pero este espacio de política, que como explicaba en el párrafo anterior corresponde a las actuaciones que nos demandarán más después del trabajo, oficio o profesión, yo lo tengo para mi segunda carrera: la genealogía. Como mi labor de profesor, la genealogía me demanda. Y ambas me encantan. Y así como alguien involucrado en política tiene que jugársela por un partido o grupo, yo también me la juego por una posición en el mundo de la genealogía, por una corriente de estudio. (4) Y lo que queda, un pasatiempo: la filatelia. Aunque no es un pasatiempo simple. Yo cuando digo que hago algo, es porque lo hago en serio. Yo no colecciono estampillas de forma simple, gasto dinero cada año en mantener las temáticas que colecciono, me informo y comparto con otros coleccionistas. Es algo serio, no es un juego. En resumen: NO ESTOY METIDO EN POLÍTICA. Ante eso, me veo en una especie de libertad que sé aprovechar bien: la política activa, de partidos, NO ES PARTE DE MI VIDA, porque no es mi tema, porque no le dedico parte de mi vida, entonces puedo tomar decisiones que tengan que ver directamente con mi base, no con algo «superior», es decir, mis votos son una respuesta frente a mis convicciones y valores. En ese sentido, y en las elecciones que se acercan y que vendrán, votaré por personas que representen a aquellas ideas o posiciones históricas, ya sea por herencia directa (de familia) de mi propio país y región, que se destaquen por estudiar y no hacer nada por el mero espíritu. Todo esto responde a mi base de conservadurismo-tradición-humanismo-razón. Como ejemplo concreto que demuestra esta suma de valores y convicciones propias, donde lo que importa es que haya un elemento de los nombrados y NO un partido o lado político (porque, repito, no puedo tomar una posición política si yo no me dedico a eso, es como si me dijeran que diga mi equipo de fútbol favorito y yo no veo nunca un partido de fútbol y ni juego), les puedo mostrar la figura de un ex concejal de Chillán, cuya posición allá, allá en el mundo de los partidos y la actividad política, es de izquierda, algo contrario a mis ideales que definí más arriba sobre tradicionalismo y visión histórica enfocada en eso. Sin embargo, acá, como ya he dicho majaderamente, priman mis valores y convicciones. Él, antes candidato a Alcalde de Chillán, hoy a CORE, es mi carta porque es una persona con estudios, se ha dado el trabajo de estar en una universidad «de verdad» (no como muchas otras que sólo son parte de un portafolio de inversiones y se alejan de la razón y cultivo de la mente en materias que apasionan). Como CORE, este perfil dará orden y visión a la distribución de recursos públicos. No quiero a un perro ladrando por hambre en el consejo, quiero a alguien con cabeza y razón que justifique todo, aunque sea pequeño, con cerebro. En política, y más penosamente en el Congreso Nacional, hay casos de parlamentarios con estudios escasos o salidos de programas de pregrado sencillamente POBRES. ¿Cómo puede ser que alguien que nunca hizo una tesis o seminario de título se ponga a redactar LEYES? Por más que tengan asesores, llegará el punto en que hasta podrían copiar y pegar de internet todo el contenido de algo a analizar en una comisión. En fin, no entraré en más detalles. Quiero a alguien con cerebro más que un vociferador y «defensor» del pueblo. El resto de mis votos futuros, alcalde, presidente, diputado, senador y concejal, irán por el lado de una de esas líneas de mis bases. El que dí fue un ejemplo de una de esas líneas. Por mi lado, en mi vida completa, llegará el día en que tenga que votar para decidir el presidente de una sociedad genealógica o algo así. Ahí tendré un peso asumido de forma natural y ahí yo actúo. Mi vida está ocupada por otros asuntos y por casi completo, pero la política, sí o sí, nos atañe a todos tarde o temprano: en las urnas. Y lo más importante: YO VOTO, voto porque quiero elegir a quien represente algo de mí y así lo he dicho acá.

En este camino he tomado lo que me nace y que he aprendido en toda instancia de mi vida, una vida en que crecí mis primeros 28 años rodeado de toxicidad y de un ánimo agobiante y abusador que siempre me hizo ver lo malo de las cosas. Mi naturaleza es quedarme con lo bueno y enfrentar lo inútil que es quedarse con lo malo. Así, la diplomacia en su significado de hallar la manera de alcanzar la paz a través del diálogo y no las guerras, es lo mío. Si se trata de política, eso es lo que más se me acerca: quedarme con lo bueno. En política abundan los que no pueden decir nada bueno y serio sobre su adversario. Lo mío no es eso. Y lo vivo a cada momento.

Gonzalo A. Luengo O.